Por: Erika Ramírez Rodríguez (Tanatóloga)
Namasté, significa saludar con humildad y es así como quiero iniciar esta columna, saludando e inclinándome ante el 2021, haciendo una reverencia a estos 365 días que comienzan y como todos, espero vivirlos y disfrutar cada proceso que me regale.
Desde el primer minuto del 2021, hemos escuchado y leído todos los buenos deseos, incluso como es tradición, cada uno de nosotros escribimos o hablamos a nuestros seres queridos para desear salud, éxito, prosperidad. Igual que cuando empezaba el 2020, la diferencia es que hoy no he leído ni he escuchado, que pidan al 2021 que los sorprenda.
Dicen que cuando uno pierde la capacidad de sorprenderse deja de vivir, entiendo el susto de que te digan que eres positivo y no hablo de la actitud, sino del covid, puede ser algo traumático porque para muchos covid es sinónimo de muerte, pero no siempre es así, he conocido gente que ha salido avante del virus.
También sé que las personas que perdieron a un ser querido dirán que 2020 fue el peor año de sus vidas, y que el covid es un maldito asesino que vino a destrozar familias, es normal ese enojo, es parte del duelo y es más doloroso sino se le dio una despedida digna al cuerpo del ser amado.
2020 fue un año lleno de aprendizajes, un año que trajo consigo grandes pruebas.
Quienes sufrieron la muerte de un familiar no lo conciben y quizás hasta se molesten por lo que acabo de consignar, lo puedo entender porque ya he vivido la muerte de seres queridos, actualmente el duelo se agudiza debido a que existen restricciones sanitarias para velar al ser querido, es por eso que es recomendable la elaboración del proceso del duelo.
Nadie es culpable, son las cosas que nos tocan vivir para poder seguir creciendo espiritualmente.
Terminó el año difícil, hagamos nuestro corte de caja y reflexionemos sobre lo que dejó el 2020, entremos fuertes y fortalecidos a este 2021, que estoy segura nos sorprenderá.
